domingo, 10 de abril de 2016

BREU REFLEXIÓ: JO? OPRESSOR, JO?

A primers de setmana vaig llegir, amb massa pressa haig de reconèixer-ho, un article d’ Olmedo Beluche, La pedagogía del opresor: educación por competencias, on reflexiona sobre educació i política a partir d’un article de Juan Planells, tots dos professors d'universitat panamenys. Bàsicament Beluche fa una crítica a l’educació per  competències i com aquestes semblen subjugades a  les classes  dominants i a la generació  de treballadors/individus dòcils i sense coneixement ni actitud crítica davant la seva realitat.

Lluny d’estar-hi d’acord en tot, sí crec que no hem d’oblidar la  idea essencial, la càrrega política de l’educació. No hem d’oblidar que l’educació per competències ha de poder permetre, hem de poder permetre, que els nens i nenes siguin protagonistes del seu aprenentatge, partícips del seu aprenentatge per a ser protagonistes, partícips i  modificadors de la realitat, la seva realitat.

Llegint l’article vaig recordar un escrit lítero-crític que havia fet per un fanzine fa ja tres anys. Aquell escrit parlava de mi, de nosaltres els mestres, com a figures repressores en tant que desvinculats del sentit polític de l'educació, desvinculats del desenvolupament crític, actiu i participatiu. Canviant la paraula represión per opresión...crec que el sentit és el mateix. Tot i que pugui no semblar-ho, el seu esperit absolutament crític, ho és també absolutament constructiu i positiu, crec...

OPRESIÓN

¡Fantástico tema éste de la opresión! Me gusta especialmente debido a que soy  sujeto activo en este campo: ejerzo la opresión. Soy un opresor. No puedo evitarlo y cuando les explique quién soy y de dónde vengo no les quedará duda alguna de que soy un opresor mayúsculo:  OPRESOR.

                Todo empezó hace ya unos años cuando ingresé en aquel asombroso lugar llamado escuela pública. Tenía yo unos 6 años, casi era ya un hombrecillo. Estuve en aquel lugar durante cuatro años entre otros casi hombrecillos y otras casi mujercillas como yo.  Como norma general estábamos a cargo de un  ya hombre o una ya mujer, sabi@ y poseedor@ de la razón, que nos asignaba tareas y nos daba instrucciones sobre cómo, dónde y cuándo hacerlas. Los porqués no los recuerdo...  Los recuerdos que tengo son especialmente felices, eso sí.

                Evidentemente (y los motivos son evidentes del mismo modo) no oímos hablar, ni por activa ni por pasiva, ni de forma literal ni en sentido figurado, ni directa ni indirectamente, ni en teoría ni de forma práctica,  de libertad, de justicia, de transformación global, de participación, de integración contextual, de práxis, de la posibilidad de ser sujetos activos, sujetos integrados en nuestro mundo.
                No oímos hablar, ni por activa ni por pasiva, y posiblemente nuestros maestros y maestras tampoco. ¿Era, ya entonces, un contrasentido sistémico que las maestras y los maestros utilizaran según que métodos pedagógicos?
No oímos hablar, ni por activa ni por pasiva, ni nuestras familias tampoco. Fueron no-formadas y acomodadas a la realidad que se les presentaba.

¿ Fuimos indirectamente oprimidos? ¿La omisión implica una sutil opresión ?


El siguiente curso fui ingresado en  otro lugar llamado del mismo modo, escuela pública, en la que estuve cuatro años más.  Lo que más me sorprendió de aquel lugar fue cómo nos dirigíamos a los ya hombres sabios y poseedores de la razón. Utilizábamos, casi de forma natural, junto a  su nombre una especie de  sufijo: Don  Fulano, Don Mengano, Don Zutano... Así era como los llamábamos por motivos  de respeto. Destacaría de aquel lugar lo selvático de las relaciones humanas y  académicas. Mis recuerdos no son, en este caso, demasiado felices.
Evidentemente (y los motivos pueden ustedes comprarlos en cualquier centro comercial) no oímos hablar, ni por activa ni por pasiva, ni de forma literal ni en sentido figurado, ni directa ni indirectamente, ni en teoría ni de forma práctica, de autonomía, de elección, de autogestión de aula, de autogestión del aprendizaje, de responsabilidad, de responsabilidad colectiva, de sistema capitalista, de las dependencias del sistema educativo ni de reproducción de relaciones sociales, culturales, laborales, económicas...
No oímos hablar, ni por activa ni por pasiva, y posiblemente nuestros maestros y maestra tampoco.  ¿Era demasiado subversivo?.
No oímos hablar, ni por activa ni por pasiva, ni nuestras familias tampoco. Fuero no-formadas en la gestión de su propio proceso económico, social, político y en el proceso educativo de sus hijos e hijas.

¿La responsabilidad colectiva se puede transmitir, educar? ¿Lo contrario es educar en la irresponsabilidad?


Se terminaba mi andadura por la escuela pública y cuando pensaba que todo había terminado ya para siempre... ¡Zas! El Instituto Público apareció ante mis ojos. Los licenciados y licenciadas nos esperaban cargad@s de saber, cargad@s de nuevas instrucciones y nuevas y complejas tareas. Allí l@s podíamos tutear, casi éramos ya hombres y ya mujeres. Si queríamos acceder al súmmum de conocimiento y saber de la humanidad, la UNIVERSIDAD PÚBLICA, había que pasar por el tubo. ¡Y qué tubo! Recuerdo la forma de cedazo que tenía aquel Instituto Público...
Evidentemente (y los motivos podemos encontrarlos en diferentes libros de autoayuda) no oímos hablar [...] de política, de acción política, de democracia, de democracia participativa, de formación democrática, de organización social, de asociacionismo, de asamblearismo, de  crítica, de cooperación,  de  autodirección ... Creo recordar alguna huelga pero no los motivos de la misma.
No oímos hablar [...] y posiblemente nuestros maestros y maestras tampoco o no eran contenidos curriculares... ¿Hubieramos suspendido la selectividad?
No oímos hablar [...] ni nuestras familias tampoco. Fueron no-formadas para votar cada cuatro años...

Si la escuela debe enseñar a vivir en el mundo en que se encuentra, ¿qué mundo nos enseñaron a vivir? ¿en qué mundo nos encontrábamos y nos encontramos?


Por motivos propios de otro debate entré en la ESCUELA DE MAGISTERIO de la UNIVERSIDAD PÚBLICA DE BARCELONA.  Aquello sí que eran palabras mayores, mayúsculas. No puedo quejarme excesivamente ya que,a esta institución pública de educación,  accedí por mi propio pie y bajo mi responsabilidad. Recuerdo salir bastante decepcionado a nivel formativo pero emocionadísimo al descubrir los muchos aspectos no-académicos que allí se trataban entre bares, parques y plazas.
Allí sí que oímos algún susurro en la lejanía acerca de  Freire y algún otro autor, que  hablaba de todo lo anteriormente enmudecido. Aquel susurro, pero, llegaba distante, lejano, distorsionado, como en blanco y negro, como si no formase parte más que de una historia remota, obsoleta,  sin relación ninguna con nuestro presente, con nuestra futura tarea de educar.

¿Nos engulleron como parte integrante del sistema de reproducción de saberes y, por ende, de reproducción de relaciones sociales, políticas, culturales, laborales, económicas...?


Después de esto ¿qué se puede esperar de mí [nota1]? ¿Seré yo un maestro que hable a mis alumnas y alumnos [nota2] de algo no incluído en el currículo establecido por la administración publica de turno ? ¿Dialogaré, tal vez,  con mis compañeras y compañeros de aspectos distintos a los propuestos en los libros de texto? ¿Discutiré, acaso, las leyes educativas hechas, re-hechas y recauchutadas por los  diferentes partidos políticos que llegaron al poder legítimamente? ¿Discutiré, válgame, las consignas  de mi director, mi nuevo jefe de personal? ¿Se me pasará por la cabeza discutir los criterios de aquellos sindicatos que han luchado por una educación pública de calidad durante tantos y tantos años?

¿Seré algo más que  una pieza más del engranaje de la reproducción social?
Definitivamente, NO, no puedo ser más que un gran opresor, un opresor mayúsculo: OPRESOR!


[nota1] Desearía, para no crear alarma social, aclarar que mi caso es un caso marginal. Opresores mayúsculos, OPRESORES,  como yo ya sólo quedan  unos cientos y, ciertamente, en un estado cercano a la putrefacción mental. En cambio son miles,  cientos de miles, las maestras y maestros progresistas, de lateralidad supuestamente definida, que vertebran sus clases, sus contenidos, sus metodologías, sus proyectos educativos, las agrupaciones, los espacios, los materiales,  las formaciones de familias, los horarios, las formaciones de más maestras,  la atención a la diversidad... entorno a todo lo expuesto en esta mierda de artículo.
[nota2]: Quisiera, quizás ya con un cierto retraso, pedir disculpas a todas y todos los alumnos que han pasado por mis cursos,  que han sido OPRIMIDOS por mí, y que espero algún accidente les haya hecho salir del redil del pensamiento único en el que tanto he contribuido con mi discurso vacío, esteril, imparcial y  mío por delante de nuestro. Mis más sinceras disculpas.



¿Para cuándo un movimiento de maestras y maestros por la revolución pedagógica?


David Sánchez Sánchez










 

No hay comentarios:

Publicar un comentario