miércoles, 4 de marzo de 2015

L’EXTRAVAGÀNCIA DE LA IGUALTAT (I)

Al prefaci de la versió espanyola de El maestro ignorante, Jacques Racière escriu: “La historia de la pedagogía tiene ciertamente sus extravagancias. Y éstas, por lo que revelaron de la extrañeza misma de la relación pedagógica, han sido a menudo más instructivas que sus proposiciones razonables. Pero, en el caso de Joseph Jacotot, se trata de otra cosa que de un artículo más en el gran almacén de las curiosidades pedagógicas. Se trata de una voz única que, en un momento clave en la constitución de los ideales, prácticas e instituciones que gobiernan nuestro presente.
L'any 1770, a la ciutat de Dijon, va néixer Joseph Jacotot. Amb dinou anys, en esclatar la Revolució Francesa, era ja professor de Literatura clàssica a la universitat. La seva declarada postura antiborbònica el portà a l'exili a Bèlgica, on descobrí el que anomenà “l'Ensenyament Universal”. Estant a la Universitat de Lovaina amb alumnes que només parlaven en flamenc, Jacotot es veia incapaç d’ensenyar sense compartir una llengua en comú. En aquesta tessitura, decideix fer servir una edició bilingüe del Télémaque de François Fénelon, els el fa memoritzar en francès, paraula per paraula, i el van comprenent gràcies a la traducció. Els fa escriure cada frase que memoritzen, s'assegura que els alumnes distingeix totes les paraules, totes les síl·labes i totes les lletres.  Els acompanya així fins a la meitat del llibre, i després els deixa llegir sols i, en acabar, els demana que escriguin en francès el que pensin sobre el que han llegit. En poques setmanes, els alumnes flamencs comprenien l'ortografia i escrivien en francès.
Diu el propi Jacotot sobre aquest fet extraordinari: “Yo había sido explicador toda mi vida, por consiguiente creía como todos mis colegas que las explicaciones, y sobre todo mis explicaciones, eran necesarias; ¡cuál fue mi sorpresa cuando vi que se podía prescindir de ellas! El hecho estaba bajo mis ojos, no me era posible ponerlo en duda. Tomé mi partido, y me decidí a no explicar nada para asegurarme hasta dónde podía ir el alumno de este modo, sin explicaciones. Sucedió que los alumnos ubicaban la ortografía y seguían las reglas de la gramática a medida que los venticuatro libros se les volvían familiares a través de la repetición. Pero un resultado que me sorprendió más allá de toda expresión fue ver a algunos pequeños extranjeros escribiendo como los escritores franceses, y por consiguiente, mejor que yo y que mis colegas los profesores explicadores”.
Jacotot havia estat fins al moment un professor tradicional, un professor “explicador” diu ell. Però l’experiència a Lovaina provoca un gir en la seva manera d’entendre l’educació. Entén llavors que els alumnes han pogut aprendre sols, sense la mediació de l'explicació del mestre. Per això, Jacotot pot escriure:
“Por más que grite desde Lovaina a la honorable sociedad: YO NO EMPLEO NINGÚN MÉTODO; la honorable sociedad promete exponerlo en su diario (···) se atribuían los progresos de los alumnos a la superioridad del señor Jacotot (···) Se nos pregunta: “¿Què piensa usted del método?, ¿cuál es el método?, ¿qué debe hacer el maestro?”. A todas esas preguntas respondo: el maestro no debe hacer nada; el método no es nada; él reside en la naturaleza de la inteligencia humana que ha sido creada capaz de instruirse sola y sin maestro explicador. No hay nada que examinar, nada que juzgar en este método; sólo se pueden ver, examinar y juzgar los resultados”.

Ignasi Flores

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